Alguna vez, hablando con una amiga muy cercana, me acuerdo haberle dicho que uno no necesitaba a una vieja (o un man, según sea el caso) al lado de uno para realizarse como gente, como persona, como ser humano. Tengo que reconecer que ese cuento que los humanos somos socialmente dependientes es indudablamente cierto, pero últimamente he sido atraido a refutar el argumento. Si, listo, los humanos necesitamos de otros símiles para poder existir, para poder ser gente. Necesitamos de nuestras familias, de nuestros amigos, de nuestras metas e ideales para concebir nuestra existencia en este mundo de locos (Qué putas hacemos existiendo en este mundo?) La pregunta es por qué, después de 15 o 18 años de celibato descubriendo el mundo, la relación con el género opuesto se vuelve tan importante, tan trascendental para nuestro desarrollo como personas. De pronto es solo cuestión de hormonas al aire, cuestión física y no mental... nada que podamo controlar? Me obstino en pensar que es una farsa lo que nos venden, la felicidad no está en el de al lado, es algo mas personal, mas propio, que viene de adentro y lo llena todo... etéreo, no?
No dije nada.
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