La noticia de las casas para desplazados en el norte de bogotá me recuerda al caso de las 100mil viviendas gratuitas que está entregando Germán Vargas. Recuerdo que en su momento se decía que regalarle un apartamento a una persona sin trabajo y pobre podría ser un problema porque estas personas no tenían ingresos garantizados y no iban a tener en sus prioridades el pago de servicios públicos o de la administración de la copropiedad.
Esta propuesta de Petro busca disminuir la evidente segregación social al que estamos sometidos en toda Colombia, y en Bogotá claramente, en el que los estratos bordean una línea invisible que separa los ricos de los pobres, con uno de los metros cuadrados más caros no solo de Colombia sino de latinoamerica. Así que la idea es buena, pero hay muchas dudas a la vista. ¿Puede un desplazado por la violencia vivir dignamente en medio de la opulencia? ¿Puede comprar comida, desplazarse, pueden sus hijos estudiar y vivir con vecinos en la otra orilla de la balanza económica?
Si el alcalde Petro, y el gobierno nacional, quieren de verdad darle solución de vivienda a los pobres de nuestro país, tienen que partir de la base que en Colombia no se vive, se sobrevive, y hay muchas necesidades básicas insatisfechas. Para solucionar de verdad los problemas de segregación social, deben primero garantizar trabajo digno y de calidad, y estudio digno y de calidad. Los indices de desempleo que mide el DANE en el que se da como empleado a trabajadores ambulantes sin prestaciones y sin ningún tipo de protección laboral; o el estudio gratuito que estamos dando a los niños con profesores mal pagados, en cursos de 40 o más estudiantes; son ejemplos claros de que no es suficiente con garantizar la cobertura del estudio o la vivienda, sino se debe hacer con calidad para volver estas ideas en soluciones reales que cambien la vida de las personas y las saquen de una vez por todas del ciclo eterno de la miseria.
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