Quizás la culpa de nuestras tragedias la tenga el clima, que con sus benévolas y predecibles temperaturas nos acostumbró a no preocuparnos por él, y enfocar como nación todos nuestros esfuerzos en satisfacer nuestros intereses particulares, por encima de los generales. Quizás somos corruptos y egoistas por el clima, y ahora nos merecemos todas las tragedias que nos están pasando. Este cambio climático que amenaza a todo el mundo, quizás sea la salvación para Colombia, so pena de ser el detonante para su desaparación. El estado colombiano debe acostumbrarse a que el cambio climático llegó para quedarse, y que el clima debe tomarse con una seriedad hasta ahora desconocida. La seriedad que involucra planear y organizarse, para poder sobrevivir, y anteponerse con dignidad a los embates de la naturaleza.
El verano con sus sequías, el invierno con sus inundaciones. Los cuatro años de Santos que están por culminar han estado atravezados por estas dos tragedias que rebelan nuestras estructurales debilidades. Dos años sin AGUA en la mitad del desierto, con este titular tendríamos para volcar los ojos a la Guajira, y a cada rincón de Colombia con necesidades básicas insatisfechas. Debemos aprender a preocuparnos por lo importante, los gobiernos e instituciones locales deben dejar de lado la mezquindad, tirar todos para el mismo lado. Debemos abandonar las banderas de la "reactividad", por la diligente proactividad, que nos preparemos para triunfar y no dejarnos aplastar por las duras realidades que triste y diariamente nos toman por sorpresa. Que los medios ejerzan, no solo en la capital, sino en cada rincón del país, su función de dinamizadores de la información y de mecanismos efectivos de control y alerta a la sociedad.
Soñamos con una nación con esperanzas, y Santos así nos vendió la idea durante su campaña de re-elección, sin embargo el caos que se percibe en cada sector del estado donde miramos, nos la quista de un manotón. Tenemos que despertar como sociedad y preocuparnos por las cosas realmente importantes.
(Sobre el relato desgarrador de la edición n.º 1681 de SEMANA titulado "¡La Guajira S.O.S!", y el artículo "¡Qué sequía!" de la edición n.º 1682)
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Actualizado 19 de Agosto 2014: El artículo fue publicado en semana.com en la edición n.º 1685 con el nombre "El clima y la culpa": http://www.semana.com/cartas/articulo/cartas-edicion-1685/399503-3
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Actualizado 19 de Agosto 2014: El artículo fue publicado en semana.com en la edición n.º 1685 con el nombre "El clima y la culpa": http://www.semana.com/cartas/articulo/cartas-edicion-1685/399503-3
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