Aug 9, 2008

El Salvador

Viajar a San Salvador ha sido una experiencia muy agradable. De la charla que he sostenido con algunos Salvadoreños, me hecho una idea de algunso rasgos de sus costumbres, y un poco de la forma como ven el mundo. Lo primero con lo que me he encontrado, es con lo extraños y lejanos que nos ven a los Colombianos, una distancia que ha marcado la selva del Darién y que ha evitado la comunicación terrestre entre nuestros país y Panamá, y por hecho a toda Centro América.

Nuestro país les parece exótico, están bombardeados por nuestras costumbres, nuestra música, nuestras novelas y hasta nuestros problemas. Han escuchado muchísimo del señor Uribe y les parece increible que nuestra capital Bogotá con más de 8 millones de habitantes tenga más gente que todo los Salvadoreños juntos en todo el país, con sólo 6 millones. Se asombran de toda la riqueza culturar que tenemos, cuando les hablo de las comidas autóctonas de cada una de nuestras regioens, o de los diferentes climas, de todas nuestras manifestaciones musicales, del baile, de la belleza de nuestras mujeres, se asombran y no ahorran palabras de asombro, de cariño, de curiosidad y admiración.

Los Salvadareños son maravillosos, quizás por ser un destino turístico como lo son todos estos países centro americanos, son muy amables, muy sensatos y honestos a la hora de expresar su pensar. Son expontáneos como nosotros los costeños, y tienen una forma de hablar que raya entre lo mexicano y el llanero de nuestro País. Sus mujeres son muy lindas, los ragos indígenas se mantienen muchos más puros y conservados que en nuestras tierras, y conservan con cariño muchos nombres ancestrales para sus calles y ciudades. El estadio se llama Cuscatlán, y al igual que todos los latino americanos, tienen una pasión arraigada por el fútbol. Sus equipos llevan años y años de antiguedad, y proclaman con orgullo tener el más grande de toda Centro América. Son muy creyentes del cristianismo y es curioso encontrar que muchos taxistas llevan con fé su biblia durante sus viajes.

La economía está dolarizada y es quizás por eso que he encontrado costosa el estilo de vida. La tarifa mínima en taxi cuesta $USD 5, y los buses no me he atrevido a usarlos por la advertencia de lo peligroso y enseguros que pueden ser. En contraste tienen un centro comercial llamado La Gran Via que es absolutamente hermoso, con un concepto turístico diferente que aprovecha la calidez del clima, y que lo hace a uno sentir en Miami. Encuentras restaurantes de diferentes cocinas del mundo, y tuve la oportunidad de probar comdia Mexicana, Peruana, Argentina, Americana y por supuesto Salvadoreña. No conocen el Lulo ni la Feijoa, pero tienen en contraste frutas y verduras que por nuestras tierras no se ven. Al maiz tierno que los cachacos les llaman Choclo, acá le llaman Alote; las arepas acá las separan, a las rellenas les llaman Popusas, y las que no Tortillas. Les encantan los fríjoles refritos, tanto que los comen a toda hora en desallunos, almuerzos y cenas. Palabras y frases como Berraco, Chévere y Mamar gallo no existen, pero a cambio tienen muchísimas otras frases muy propias de acá.

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