Sep 23, 2014

Sobre la Jornada Escolar Completa


La propuesta para aumentar la jornada escolar de 6 a 8 horas tiene varias aristas.

De la experiencia que he vivido como esposo de una profesora del Magisterio en Bogotá puedo afirmar que la ampliación de la jornada escolar puede traer más problemas que soluciones. En el colegio donde trabaja mi esposa llevan cuatro meses en 10º y 11º sin profesores de Matemáticas y Física, con las implicaciones que implica de cara a las pruebas del ICFES y en su formación integral. Es también común que profesores de ciencias den clases de sociales, o profesores de sociales de informática, etc. La calidad de la educación comienza por la calidad del personal administrativo, y en Bogotá los CADEL y la Secretaria de Educación improvisan todo el tiempo y son responsables directos de la mala calidad educativa. Pasar de 6 a 8 horas, requiere de aún más profesores, pero no somos capaces de dar a basto con la planta actual de profesores, por lo que podriamos agravar el problema de calidad. La cantidad no significa calidad.

El actual modelo educativo no se preocupa por la calidad, no la incentiva, no la cuida, no la busca. El actual modelo educativa busca la máxima cobertura con gratuidad. Pero la gratuidad ha evolucionado a permisividad y apatía. Apatía de los estudiantes y de los padres a los que la educación no les cuesta nada, y por lo tanto no se esfuerzan por progresar porque no afecta sus bolsillos; Permisividad porque ningún motivo es suficiente para ajuiciar a un estuidante, o para exigirle. El modelo educativo actual apoya la pereza y la holgazanería porque los profesores están inhibidos para ponerle malas calificaciones a sus estudiantes y deben dejarlos pasar a pesar de saber que no necesariamente conozcan y manejen los temas. El ministerio y el distrito no quieren que los estudiantes pierdan materias o el año, los prefieren en el salón para evitar que se vuelvan pillos en las esquinas de los barrios. Los colegios por lo tanto se han convertido en recluciones para niños con problemas, que en verdaderos centros educativos.

Los profesores en barrios populares de Bogotá necesitan aptitudes de trabajadores sociales, y un gran corazón de padres y madres sustitutas para cambiar la complicada realidad de estos jovenes. Bajo este contexto, quizás pierde vigencia la calida educativa, y lo importante sea ante todo alejarles de las drogas, del embarazo prematuro, del camino fácil en su difícil y ausente ambiente familiar.

No hay soluciones mágicas, ni rápidas. La educación es el activo más importante de una sociedad, es una apuesta a largo plazo que demanda lo mejor de todos y alimenta lo mejor en todos.

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