Ayer y hoy he vivido sentimientos de ansiedad, de punzadas en el estómago que no sentía desde los buenos y estrezantes años de las épocas de parciales de la facultada; excepto que ahora la razón no es orgullo, competitividad o todas esas razones desconecidas que me llevaban a camellar duro en búsqueda de la nota preciada, sino dinero, negocios. Negocios pequeños, pero que me revuelven el estómago y ponen en carne viva la úlcera. La cuestión se alborotó mas justo durante la firma del contrato. Era como un acuerdo, una garantía que le daba uno a esas empresas de celulares (el diablo en persona) de que uno iba a cumplir con el primer año del contrato, contra viento y mariea: UN AÑO. La vuelta de la tierra al rededor del Sol. Cuatro estaciones. Como si en este país de locos no pasaran suficiente cosas en un año como para estar prometiendo que todo estará perfecto... sentí como si mi cucho estuviera firmando la cuato inical del camino al mismisimo infierno por mi. No se puede decir que le hayamos vendido el alma al diablo, mas bien siento que se la hubiéramos regalado... una ganga, firme y sufra un año de angustias. No es que sea pesimista, pero como he dicho soy aficionado a los negocios, pero no tengo mucha práctica. Menos mal que he contado con el apoyo incondicional de mi cucho, que ha sacado plata de donde no tiene, y me la ha prestado. Espero no quedarle mal.
La oración: Me tiene que ir, me tiene que ir bien, me tiene que ir bien. Ahh, eso seguro que me va bien, nuestro Diosito nos protege, no nos dejará embarrarla.
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