Por Alejo Restrepo Mosquera (Periodista chocoano)
Mientras los chocoanos, aún no se recuperaban de las vacaciones de fin de año, en el aeropuerto local de su capital Quibdó, descendían con sus ruidosos motores, los helicópteros y avionetas del plan Colombia, repletos de gringos y asociados colombianos, con el objeto de fumigar los cultivos ilícitos establecidos en el amplio territorio chocoano.
Quienes durante los primeros días de enero convirtieron a esta capital en su centro de operaciones, sin que sus moradores se dieran cuenta que los propósitos de esta visita era la de fumigar uno de los patrimonios más valiosos que tienen los chocoanos, como es su biodiversidad, dichas fumigaciones fueron autorizadas por el gobierno nacional, sin estimar los costos ambientales que estas le causarían al medio ambiente de este departamento.
Durante más de 100 años varias generaciones de indígenas y afro colombianos han sido guardabosques de esta inmensa extensión de tierra rica en flora y fauna, orgullo de Colombia y del mundo. Han sacrificado su propio desarrollo en aras de la conservación de este remanso ecológico, para que este fuera hoy un pulmón del mundo. Este tiempo coincide con la total discriminación territorial y marginalidad, a que el Estado ha sometido a esta rica zona colombiana y como premio a esta conservación ancestral, el actual gobierno nacional en su política de atacar los cultivos ilegales, ordena su fumigación, sin tener en cuenta las condiciones especiales de esta región.
El Departamento del Chocó, debido a su condición de pobreza y aislamiento, se ha convertido en una zona vulnerable y caldo de cultivo para este tipo de actividades ilícitas y delictivas, propiciadas por agentes externos al margen de la ley.
Sin justificar este tipo actividades de economía ilícita, sería grave y absurdo desde cualquier punto de vista que el país no evalué el daño tan inmenso que le causaría esta fumigación con glifosato a esta reserva ecológica nacional y mundial por el afán de erradicar cultivos ilícitos.
De continuar estas fumigaciones, la biodiversidad de esta región se vería seriamente amenazada e incluso hasta la vida de sus moradores se pondría en peligro y de una vez por todas, se destruiría esta inmensa riqueza ambiental y biodiversa del planeta tierra, fuente hídrica de plantas, aves, reptiles y de materia prima para la industria farmacéutica mundial; dicho patrimonio ambiental, siempre ha sido codiciado por muchos países desarrollados que anhelan tener uno de los últimos bosques húmedos del mundo existentes, para conservarlo y no arruinarlo, como se vislumbra de continuar el gobierno con estas fumigaciones y no utilizar otros medios que no afecten la biodiversidad.
Sugiero respetuosamente a las autoridades ambientales competentes y a la comunidad chocoana y nacional, seguir en estado de alerta. El gobierno central debería, previa concertación con las comunidades afectadas con este flagelo, admitir la tesis expuesta por los organismos ambientales de este departamento, consistente en la erradicación manual de los cultivos y ofrecer alternativas sustitutivas como las familias guarda bosques, subsidios a la agricultura tradicional, proyectos agroindustriales, mercados verdes etc. Que permitan a los pobladores mejorar su calidad de vida y no continuar con esta actividad ilícita. Ya que estos nativos, ante la falta de una opción de trabajo para su subsistencia, se ven obligados a trabajar en estos cultivos, sin reflexionar las secuelas criminales y los daños que esto le genera a la humanidad y al entorno ecológico.
ESPECIAL SEMANA
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